lunes, 23 de noviembre de 2009

UNA BUENA SALUD SE MIDE DESDE LOS PADRES, ANTES DEL EMBARAZO


Padres sanos, hijos sanos

Cada año mueren en el mundo más de medio millón de mujeres y 10 millones de niños menores de 5 años debido a un grupo de enfermedades prevenibles y tratables. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, muchos de estos chicos ni siquiera llegan a cumplir un mes de vida. Muchos más sufren los efectos de la mala salud, la nutrición deficiente y la atención de salud insuficiente. Por eso, este boletín está dedicado a este caso. Entérate qué puedes hacer para no estar en ninguno de esos grupos.

Según estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en Colombia mueren diariamente más de seis mujeres por problemas en el y post embarazo. Las complicaciones más comunes son embarazos ectópicos, depresión, hipertensión, infecciones, partos difíciles, diabetes, partos prematuros y hemorragias.
Otros riesgos para la salud como la violencia doméstica, el cigarrillo y el abuso de sustancias prohibidas (como las drogas) pueden poner en peligro la salud tanto de la madre como del niño por nacer.
Además, ganar poco peso durante la gestación contribuye a aumentar las probabilidades de tener nacimientos poco saludables, algo que ocurre al 26 por ciento de las mujeres de bajos ingresos.

Los hijos de padres con vicios tienden a ser lujuriosos, y los de madres obesas son más propensos a engordar precozmente, aseguran estudios recientes. Y hay más “buenas razones” para cuidar nuestra salud, ya que lo que hacemos con nuestro físico y mente también repercute en nuestros hijos, incluso a lo largo de toda su vida.



En materia de Salud:

¿Sabía usted qué?

Los padres son los principales formadores de la personalidad y felicidad de sus hijos. Son ellos quienes tienen la gran responsabilidad de entregar las herramientas y desarrollar las habilidades necesarias, para que los niños puedan enfrentar de manera exitosa la vida. Como afirma la psicóloga Claudia Sandino, autora del libro “Inteligencia Emocional para Padres”, “es imposible enseñar o transmitir lo que se carece y tampoco exigir aquello que dejamos de hacer”. Por ello, para enfrentar este gran desafío es necesario, primero, “crecer como personas -en consecuencia, como padres- en torno a las propias habilidades socio-afectivas, antes de pretender transmitirlas a los niños. Un edificio sólido necesita cimientos sólidos. Nosotros somos esos cimientos”.

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